Las siglas ADR se corresponden con las palabras inglesas Agreement on Dangerous Goods by Road lo que, que traducido al español, vendría a significar Acuerdo De Transporte de Mercancías Peligrosas por Carretera.
El ADR es el acuerdo europeo que se firmó originalmente en Ginebra en 1957 y que se encarga de regular el transporte internacional de mercancías peligrosas por carretera. Mediante este acuerdo la mayor parte de los países europeos convinieron una serie de normas comunes para el transporte de sustancias peligrosas por carretera en su territorio, así como por su paso por las fronteras. Cumplir el ADR significa tener en cuenta los siguientes aspectos, de vital importancia a la hora de realizar un transporte de mercancías peligrosas, para que no alteren la seguridad de ciudadanos, animales o del medio ambiente:
- Saber qué productos se consideran peligrosos y cuáles se pueden transportar por carretera.
- Los tipos de envases y embalajes aptos para su utilización.
- El etiquetado y señalización, tanto de los bultos como de los vehículos para el transporte de mercancías ADR por carretera. En el caso de los vehículos, se debe colocar un panel naranja en el que se indique el número de identificación de peligro y el número de identificación de la mercancía.
- La documentación necesaria para poder realizar el transporte de estas sustancias, así como una carta de porte, instrucciones escritas o permisos relativos a la autorización para poder efectuar el transporte.
- Saber cuáles son los tipos de vehículos para el transporte de productos químicos así como qué equipamientos son especiales para este fin y se encuentran debidamente certificados.
En España existe un Real Decreto que obliga a cumplir el ADR; este acuerdo es revisado cada cierto tiempo (normalmente cada dos años) de manera que sean tenidos en cuenta los avances técnicos relativos a este ámbito, así como la aparición de nuevas materias, los cambios en el etiquetado, etc.
La clasificación sobre las mercancías peligrosas se divide en 9 tipos, algunos de los cuales incluyen diferentes subtipos dentro de los mismos.
Clase 1: Materias y objetos explosivos
La primera clase hace referencia a materias u objetos que pueden desprender gases a temperaturas o a velocidades capaces de producir daños debido a una reacción química. También se incluyen aquellas materias que pueden producir reacciones exotérmicas.
Asimismo, dentro de esta misma clase tanto las materias como los objetos se subdividen en función de diversos riesgos (de explosión de masa, de proyección o de incendio). Algunos de los ejemplos que podemos encontrar son fuegos artificiales, bengalas, bombas, cohetes y detonadores, entre otros.
Clase 2: Gases
En este caso nos referimos a materias que, a presión normal y a 20º C, se encuentran o bien en estado gaseoso o bien con una presión de vapor que supera los 3 bares a 50º C. Los gases pueden encontrarse tanto licuados, como comprimidos o refrigerados.
Según sus propiedades pueden ser clasificados como asfixiantes, comburentes, inflamables o tóxicos. Dentro de esta clasificación se establecen tres divisiones más:
2.1 Gases inflamables (Propileno, etano, butano)
2.2 Gases no inflamables (Oxígeno, helio)
2.3 Gases tóxicos (Cloro)
Clase 3: Líquidos inflamables
En este caso hablamos de líquidos cuyo punto de inflamación es a 60º C. Además, hay que tener en cuenta de que estos materiales pueden presentar características tóxicas o corrosivas, como por ejemplo el tolueno, el aguarrás, la gasolina, las pinturas o los barnices.
Dentro de la clase 3 encontramos las siguientes sustancias:
- Líquidos inflamables
- Explosivos líquidos insensibles
Clase 4: Sólidos inflamables, sustancias que pueden experimentar combustión espontánea y sustancias que en contacto con el agua desprenden gases inflamables
En esta cuarta clase de materiales hallamos tres tipos diferentes:
Clase 4.1: Materias sólidas inflamables, materias autorreactivas y materias explosivas desensibilizadas sólidas
En este caso encontramos aquellas que pueden reaccionar de forma espontánea. Debido a su composición, son sólidos que, en condiciones normales de transporte, pueden llegar a ser inflamables y producir incendios por fricción. Estos materiales pueden incendiarse tanto por calor como por chispas o llamas. Debido a que pueden contener materias autorreactivas que puedan descomponerse exotérmicamente bajo efectos como los mencionados o incluso por el contacto con otras materias (como ácidos, compuestos de metal pesado o aminas), fricción o choque, esto puede derivar en la emanación de gases o vapores nocivos e inflamables.
Clase 4.2: Materias que pueden experimentar inflamación espontánea
En esta subdivisión se incluyen las materias denominadas pirofóricas, es decir, sustancias que pueden calentarse de forma espontánea en condiciones normales de transporte, o que pueden calentarse por simple contacto con el aire y resultar inflamables. Algunos ejemplos de ello son el carbón, las virutas de metales ferrosos, el algodón húmedo, etc.
Clase 4.3: Materias que en contacto con el agua desprenden gases inflamables
En este caso, esta subdivisión abarca varios tipos de materias que, cuando entran en contacto con el agua, desprenden gases inflamables. Los paneles de peligro suelen incorporar una X que precede a la identificación de dicho peligro. Algunos ejemplos son el bario, el sodio, el potasio, el carburo cálcico, etc.
Clase 5.1: Materias comburentes
Son líquidos o sólidos que pueden provocar o favorecer la combustión; generalmente dan lugar a reacciones que desprenden oxígeno y que, por tanto, en contacto con otros materiales se incrementa el riesgo de que se produzcan incendios, favoreciendo el desarrollo de los mismos. Un ejemplo sería el nitrato amónico.
Las mezclas de sustancias comburentes con materias combustibles, o incluso con materias tales como azúcar, harina, aceites comestibles y aceites minerales, resultan peligrosas.
Por otro lado, en contacto con ácidos líquidos la mayor parte de las sustancias comburentes producen una reacción violenta que conlleva el desprendimiento de gases tóxicos.
Clase 5.2: Peróxidos orgánicos
Los peróxidos orgánicos son sustancias que pueden experimentar una descomposición exotérmica tanto a temperaturas normales como elevadas. La descomposición puede producirse por efecto del mismo calor, por contacto con impurezas, roce o impacto. Son materias derivadas del peróxido de hidrógeno, en el que uno o dos de los átomos de hidrógeno son sustituidos por radicales orgánicos. El riesgo que entrañan es tanto a nivel de constituir posibles explosivos como por ser corrosivos o tóxicos.
Los peróxidos orgánicos pueden dividirse según:
No más de 1% de oxígeno activo procede de peróxidos orgánicos cuando su contenido de peróxido de hidrógeno no supere el 1%.
No más de 0,5% de oxígeno activo procede de peróxidos orgánicos cuando su contenido de peróxido de hidrógeno no supere el 1%, pero de no más de un 7%.
Debido a su peligrosidad, existen limitaciones relativas a la cantidad que está permitida para cada unidad de transporte.
Clase 6.1: Materias tóxicas
Estas materias, en cantidades relativamente pequeñas, son capaces de dañar la salud del ser humano, hasta el punto de poder provocar la muerte por inhalación, absorción cutánea o ingestión. Ejemplos de ello son el metanol o el cloruro de metileno.
Debido, pues, a su propia naturaleza, estas materias entrañan riesgo de envenenamiento de entrar en contacto con seres humanos. Hay que tener en cuenta, además, que prácticamente todas las sustancias tóxicas desprenden gases tóxicos en caso de incendio, o incluso si se calientan hasta descomponerse.
Clase 6.2: Materias infecciosas
Las materias infecciosas hacen referencia a aquellas que contienen (o bien se cree que contienen) agentes patógenos. Estos son microorganismos tales como virus o bacterias, capaces de provocar enfermedades tanto a los animales como a los seres humanos. Un ejemplo de estos materiales podríamos encontrarlo en las muestras de diagnósticos o de ensayo.
Existen productos biológicos o derivados de organismos vivos que puedan requerir un tratamiento especial para ser transportados, como por ejemplo los materiales con fines destinados a la elaboración de vacunas. Otros materiales incluidos en esta clase serían los cultivos de laboratorio para el estudio de enfermedades (humanas o animales), los especímenes de pacientes (materiales que han sido extraídos de pacientes, tanto humanos como animales, como sangre, excrementos o tejidos celulares), los microorganismos que han sido modificados genéticamente y los desechos de origen médico o clínico (todo aquel material descartado producto de la práctica clínica en seres vivos o procedente en la investigación biológica).
Clase 7: Materias radioactivas
En este caso nos referimos a aquellas materias u objetos que contienen radionucleidos cuya concentración de actividad como la total de la remesa sobrepase los valores mínimos que se hayan determinado. Entendemos por sustancias fisionables las siguientes materias:
- Uranio 233
- Uranio 235
- Plutonio 239
- Plutonio 241
- Cualquier combinación de estos radionucleidos
En cambio, los materiales emisores alfa de baja toxicidad son:
- Uranio natural
- Uranio empobrecido
- Torio natural
- Uranio 235
- Uranio 238
- Torio 232
- Torio 228
- Torio 230
Clase 8: Materias corrosivas
Esta clase de materias u objetos pueden dañar por simple contacto con la piel, las mucosas o los ojos. También pueden provocar daños en otras mercancías, o incluso en propiedades si llega a derramarse; algunos ejemplos son el ácido sulfúrico o el hipoclorito sódico.
Todas las sustancias comprendidas en esta parte de la clasificación presentan efectos destructivos, ya sea en menor o en mayor grado, en materiales tales como metales o textiles. No solamente producen daños si entran en contacto con la piel o las mucosas, sino que algunas de ellas son directamente tóxicas o perjudiciales. Ingerir o inhalar los vapores que producen puede significar envenenamiento; algunas de estas materias tienen la capacidad de incluso llegar a atravesar la piel.
Clase 9: Materias y objetos que presentan peligros diversos
Finalmente, la clase 9 comprende todas aquellas materias que suponen un peligro o riesgo que no hayan sido contemplados en las anteriores categorías. Entre ellas encontramos dioxinas, polvos finos capaces de causar daños en las vías respiratorias o las pilas de litio. La mercancía más común que hallamos en esta categoría es el hielo seco, utilizado para refrigerar diferentes productos.
Aquí también podemos hallar las sustancias que para su transporte requieren temperaturas iguales a 100 °C; por último, también nos referimos a aquellos organismos que han sido genéticamente modificados, pero que sin embargo no pueden encuadrarse en la definición de sustancias infecciosas. A pesar de ello podrían llegar a provocar tanto en animales como en plantas modificaciones que, de manera natural, no se darían a cabo.